BIENVENIDO

martes, 1 de diciembre de 2009

URBAN SOUND



Ya estamos adentrandonos a dimensiones que quiza sean o no, bueno al final no importa, nuevo, tal vez ya lo habaimos pasado pero desapercibidamente, y ahora si lo disfrutaremos a lomaximo con toda clase de expresiones donde a una sola voz los jovenes nos haremos oir y haremos eco.

Hoy pediremos una audiencia al Rey de la inmortalidad, inmarcesible, y por sobre todo al unico a quien ofrecemos todo lo que se viene (Bueno asi lo dicen los argentinos) y los chapines decimos lo que nos toca por ver y experimentar.

POR QUE?
“En nuestros mercados y plazas latino americanas hay de todo. En la plaza de la cultura y en el mercado de la sociedad, ideas se gestan todos los días. En el escenario está el podium, todos pasan y tienen su momento, pero los cristianos no llegamos, estamos ausentes. Hacemos falta.

Mientras muchos pasamos nuestro tiempo detrás de un púlpito de templo hablando del aislamiento, el podium en el escenario cultural está carente de la propuesta de Cristo.

En un frío y oscuro cuarto, a la luz de una vieja vela de iglesia, se encorvaba sobre su bureou un estudioso monje agustino. Ahí, meticulosamente, el monje traducía el Nuevo Testamento del griego al alemán. Su calendario, trazado a mano, marcaba "1521".

En esa época, la Biblia estaba en latín. Sólo los estudiados y aquellos en el círculo de los privilegiados entendían latín y por ende, sólo ellos entendían la Biblia.

Cuando Martín Lutero decide publicar en 1522 la Biblia en alemán, el escándalo es de proporciones revolucionarias. El liderazgo de la Iglesia se levanta en protesta unificada usando el púlpito como plataforma de crítica contra la infamia de poner las Sagradas Escrituras en el lenguaje del pueblo. La Biblia, pensaban ellos, debería ser celosamente guardaba dentro de las bóvedas sagradas de las catedrales cristianas.

La Biblia se leía unicamente en la Iglesia y sólo en latín, aunque sólo unos cuantos entendían lo que realmente se estaba leyendo.

La gente del pueblo, la sociedad en general en esa región del mundo, hablaba alemán, no latín, por lo tanto no entendía cuando se leía la Biblia.

La misa también se daba toda en latín, aunque la gente que llegaba a la reunión no hablaba latín sino alemán.

Hoy en día, vemos lo absurdo de leer la Biblia y tener la misa en un idioma que la gente no entiende. Sin embargo, ¿cómo nos juzgará la historia a nosotros? La misa, en muchas iglesias, la tenemos en latín y la Biblia la leemos en latín. El mundo no nos entiende. El mundo no entiende el Evangelio porque se lo estamos dando en latín.

Después de Lutero, la Biblia dejó de ser un libro extranjero en una lengua extranjera. ¡La Biblia estaba en el idioma del pueblo! Se tradujo después al francés, al holandés y al inglés; eventualmente un estudioso y valiente español la tradujo a nuestro hermoso idioma.

El que el Evangelio corriera libremente entre las aldeas, pueblos y ciudades ya no dependía de unos cuantos; ahora, cada persona podía leer las Escrituras en su idioma. No dependían del púlpito, no dependían de la Iglesia; ahora, podían depender de la misma Palabra de Dios.

Es triste que hoy en día, la cultura tiene que depender del púlpito, del líder cristiano, del predicador para su salvación. Es como que el Evangelio no estuviera en nuestro idioma. Como que tú no tuvieras autorización de llevar a tus amigos, a tus compañeras de empresa al conocimiento de Jesucristo.


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